Escritura y Habla: Gimnasia mental lingüística

RECONSTRUIR EL ESQUELETO DE LA VOLUNTAD DEL ESCRITOR

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Imagine que usted tiene potencialmente una extraordinaria voluntad. Un Karateca definió una vez la voluntad como la electricidad que hace funcionar a un aparato. Si no hay electricidad, no hay luz que ilumine. Un día recé: Dios, dame la gracia de tener mucha fuerza de voluntad, mucha paciencia en el camino, y un objetivo claro. Dame un propósito en la vida. Tuvieron que pasar muchos meses para que surgieran de mí fuerzas humanas, que estaban latente y escondidas, que no sabía que las poseía, me sentía un ser débil e impotente. Pero aprendí muchísimo de esta fragilidad humana, porque reconociendo mis limitaciones, reconociendo mi impotencia, y mi discapacidad para muchas cosas, tomando nota por escrito, haciendo una lista de las cosas que no podía hacer. Y haciéndome responsable de mi propia flaqueza mental, poniendo en orden mi vida. Como una confusión y niebla que oscurece el camino, y empieza a despejarse, y clarearse, aún a pesar de mis propias limitaciones, se me hizo claro y evidente como por arte de magia, el tremendo potencial latente que poseía en las profundidades de mi alma. Es ahí, en mi alma, donde surgió esa fuerza. Con toda la locura que me implica, aprendí a amarla, respetarla y comprenderla. Y es así como logrando perdonar mi locura, la vida me perdonó y me liberó.

¿Cómo lo hice?

No con la ciencia de un doctor y científico. Si no con la inteligencia y astucia de un niño que arma un rompecabezas. Me pregunté. ¿Dónde habita esa tremenda voluntad en mi Ser? Y me dije, viene del universo. Así como mi cuerpo es un flujo constante de electrones. Y mi alma es un flujo constante de sentimientos y afectos. Uní mis sentimientos a las acciones que hacía. Descubrí que hacer con emoción, es más poderoso. Y dije como yo soy como un rompecabezas que hay que armar, voy a reunir mis deseos y voluntades en una sola voluntad. Descubrí que mi voluntad estaba dividida, y por eso no podía lograr muchos de mis sueños en la vida. Por ello como quien une una pieza con otra, empecé a unir mis voluntades en una sola. Para que todas trabajen en conjunto tras un propósito en la vida. Ese propósito es caminar por la vida disfrutando del camino.

Y como algo muy práctico, sencillo y elemental, empecé a hacer gimnasias mentales, que voy a explicar ahora:

La primera fue: Volver a escribir a mano, con un lápiz y un cuaderno. Y para ponerle emoción a esta actividad, al mismo tiempo que escribía decía en voz alta lo que escribía, eso facilitaba la entonación y la emoción de lo que escribía, facilitaba la comprensión de lo que iba escribiendo. He aquí dos o más voluntades que se unen. Escribir a mano en voz alta. Es un ejercicio multiplicado y es agotador pero es una buena gimnasia, porque ahí se desarrolla la capacidad de escribir a mano simultáneamente junto con leer lo que se escribe, mientras se escribe y se entiende y en voz alta. De verdad: es sumar voluntades.

El segundo ejercicio fue: Leer un texto de un libro que me plazca, para ejercitar la capacidad de modulación y locución e interpretación, para desarrollar un sentido histriónico en el hablar y leer. Al leer utilizaba varias voces para darle una entonación interesante a lo que estaba leyendo. Esto también es sumar voluntades, ya que comunicarse con un texto, es comunicarse con uno mismo, y el hecho de leer en voz alta con una entonación y emoción sincera, es una forma de auto-conocimiento emocional y lingüístico.

El tercer ejercicio fue: Leer un texto en otro idioma. Como yo sé leer en inglés. Durante unos minutos, agarre una novela, y me puse a leer en voz alta, con ello como por arte de magia, me nació una voz, timbre y entonación distinta, representando a un verdadero británico que lee un texto, como algo teatral y lúdico. Esto también es sumar voluntades, ya que por la fuerza que se genera al asociar una voluntad a otra, y la unión de voluntades, multiplica entonces el resultado con sinergia. Esto es lo teatral e histriónico, lo emocional y semántico, y recurrir a otro idioma para pensar lo que se puede pensar en mi lengua materna: todo ello simultáneamente y en conjunto, vale decir, de manera sincrónica.

El cuarto ejercicio se parece al primero: pero en vez de escribir a mano, me puse a escribir con una máquina de escribir o computador en el procesador de texto, el ejercicio primero me obligaba a usar la mano derecha y practicar caligrafía. Pero ahora es con un teclado de computador, en donde utilizo las dos manos para escribir, esto es una habilidad ambidiestra, ya que utilizo las dos manos, y al mismo tiempo reconozco rápidamente las teclas del teclado, y al mismo tiempo lo que voy escribiendo lo voy leyendo en la pantalla, como ahora en este instante que estoy leyendo lo que estoy escribiendo. Y como lo hago lentamente, tranquilamente, estimulo mi mente a hacer asociaciones más aprehensivas muy bien tejidas en mi mente.

El quinto ejercicio es copiar un texto, y mientras lo voy copiando lo voy leyendo en voz alta, ya sea un poema, un cuento corto o una oración religiosa, me facilita la asimilación verbal y lingüística y semántica (significado).

Como pueden observar estos ejercicios que yo hago frecuentemente, son ejercicios lingüísticos, de lenguaje, y no sólo eso, sus distintas variaciones, tienen un efecto cognitivo y nervioso potente, porque los circuitos del cerebro empiezan a asociarse, y es aquí donde quiero llegar, la unión de voluntades, es la unión de centros nerviosos del cerebro, que se asocian entre sí y se fortalecen sus asociaciones nerviosas (circuitos), y se retroalimentan. Con práctica y constancia de estos ejercicios mentales, he logrado recuperar muchas capacidades que había perdido producto de una depresión mental. De la misma manera que juntamos los cristianos y religiosos y budistas las manos, esto que hago con mis ejercicios lingüísticos es también un acto de reconciliación con el lenguaje. El ser humano es lenguaje…

Esto me ha permitido escribir muchos cuentos, poemas, ensayos, y además artículos informativos. Es una gimnasia mental, de la que nunca me he arrepentido. Al mismo tiempo me acompaño de una agradable música que me eleve el espíritu a otra dimensión humana, donde los sueños desean ser descubiertos. Y me ha ayudado a resolver muchos problemas y contradicciones mentales que padecía. El lenguaje, dice la lingüística, es cohesivo. Si afecto una parte del lenguaje, por efecto dominó, afecto todas las otras partes. Es un notable ejercicio de cohesión para robustecer las raíces del lenguaje. Y esto me ha ayudado a controlar mis pensamientos, y no dejar que mis pensamientos me controlen a mí, me ha brindado una tremenda paz lingüística. Es como podría llamarse un yoga del lenguaje. (Unificación del lenguaje por medio de la asociación de otros circuitos humanos, que tienen afinidad)

Estas gimnasias mentales que hago, las considero una forma de higiene mental y salud mental, para prevenir la demencia precoz y mantener sano y más joven mi cerebro. Y al mismo tiempo, descubro que las puede realizar cualquier persona que quiera adentrarse a ser un escritor, o simplemente alguien con un lenguaje sano, y ser un buen comunicador.

Escrito por Beltrán Molina Cazorla

2015.

Acerca de beltran molina cazorla

Autodidacta, Creativo, escritor, flautista , formado en literatura, biología y computación y música y religión
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